lunes, 13 de abril de 2015

Cuatro razones para no callarte tus críticas constructivas



¡Hola!

Seguro que alguna vez te has visto en una situación en la que te has callado una crítica para no herir u ofender a alguien. Es normal, a todos nos pasa; por mucho que nuestra intención sea ayudar, nos resulta muy desagradable criticar, decirle a alguien algo que pueda hacerle daño, ya sea porque sabemos que le va a hacer sentir mal o porque su reacción hacia nosotros sea hostil.


No intentes decirle nada sobre su pelo. Matará a tu familia.

Debemos asumir algo: cuando hagamos una crítica constructiva, es altamente probable que esto ocurra. La persona criticada se sentirá fatal. Probablemente incluso pase al terreno de los ataques personales; resumiendo, hacer críticas constructivas nos va a hacer pasarlas canutas.

¿Por qué hacerlas, entonces? ¿Por qué no simplemente callarnos y vivir tranquilos? Porque cuando alguien que nos importa hace algo que no está bien (o que podría estar mucho mejor), una crítica honesta y enfocada a ayudarla a mejorar es lo mejor que podemos darle. La tendencia a no criticar, a no corregir, y a resaltar únicamente lo bueno, trae a la larga más problemas de los que resuelve, y a continuación intentaré darte motivos para no callarte tus críticas constructivas:

1-   La crítica ayuda a las personas a no estancarse

La falta de críticas es perniciosa para el desarrollo personal, así de simple. ¿No te has visto alguna vez en una situación en la que, tras hacer/crear/etc. algo de lo que te sientes orgulloso, has escuchado entre las alabanzas una voz que te critica? Seguro que sí, y seguro que no te sentó bien; pero esa voz que te criticó fue a su vez la que te impulsó a mejorar, aunque sólo fuera por callarle la maldita bocaza. ¿Me equivoco?


¡En tu cara!

Si no recibiéramos críticas, nos acomodaríamos y nos estancaríamos tendiendo a la más absoluta mediocridad, y eso sólo trae más problemas, como expongo a continuación.

2-      La ausencia de críticas contribuye a la aparición de problemas emocionales…

Las personas que están acostumbradas a recibir únicamente elogios pueden acabar por desarrollar lo que se conoce como “baja tolerancia a la frustración”. ¿Que qué es eso? Pues lo que su nombre indica: ante una situación mínimamente frustrante, la persona reacciona de forma exagerada, ya sea entristeciéndose o enfureciéndose. En otras palabras, tras estar desde siempre acostumbrado a los elogios, cualquier crítica sienta a la persona como una patada en sus partes.


¡Ay, mis sentimientos!

Después de esto, la reacción depende de la persona: unos se entristecerán y pasarán de golpe a pensar que no valen nada y a hundirse en la miseria, mientras que otros reaccionarán con furia visigoda y pillarán un cabreo de tres pares de narices, insultos y descalificaciones incluidos. Así de extremas pueden llegar a ser las reacciones ante una crítica por parte de una persona que no está acostumbrada a encajarlas, lo que puede desembocar en un deterioro de sus relaciones sociales, lo cual origina más problemas emocionales y así sucesivamente. Todo porque no les han enseñado algo a priori tan simple como el hecho de que no son perfectos.

3-      …Y convierte a las personas en idiotas egocéntricos

Teniendo en cuenta que estamos hablando sobre personas que no reciben críticas, no es raro plantear el hecho de que algunos de ellos se crean entes superiores al resto de los mortales, ya que si nadie les dice nada malo, por algo será, ¿no?
No todo el mundo llega a esos extremos, cierto; pero existen. Y tienen su propia forma particular de enfrentarse a las críticas: descalificando a la persona que las hace, ya sea atribuyéndolo a la envidia (porque son perfectos, ¿quién no les envidiaría?), a que quien critica es un inculto que no tiene ni idea, etc. Y así siguen en su burbuja.


-          Quizá cortarse el brazo no sea el mejor modo de librarte de esas esposas…

-          Calla, ¿Qué sabrás tú? Soy un genio incomprendido

¿Qué pasa aquí? Que estas personas son impermeables a la crítica, no piensan que puedan o deban superarse, y por lo tanto no se esfuerzan en hacerlo. Nunca llegarán a dar lo mejor de sí mismos porque sólo aceptan los elogios y desechan las críticas, por constructivas que sean. Es por eso que… 

4-      Si sólo te dedicas a alabar, en realidad no ayudas a nadie.

Volvamos al ejemplo del primer punto, esa voz que te criticó aquella vez y te impulsó a mejorar. Mirándolo en retrospectiva, te ayudó más que ningún otro, ¿no?
Pues a eso quería llegar: las alabanzas en su justa medida son reconfortantes, nos ayudan a nosotros mismos y a los demás a sentirnos satisfechos y a seguir esforzándonos; pero si no van acompañados de críticas constructivas, estaremos contribuyendo a que se den los problemas de los que hablábamos antes, por mucho que la intención no vaya más allá de no hacer pasar un mal trago a la persona con la que estamos hablando. Es por ello que, si de verdad quieres ayudar a alguien, lo mejor que puedes hacer es elogiar lo que ha hecho bien y señalar aquellos aspectos en los que tiene margen de mejora, aunque no sea un tema agradable; le haces más bien así que haciéndole la pelota.


Y así, niños,  es como acaban los pelotas

Creo que, con todo esto, ya he dejado clara mi postura. Si alguien tiene alguna crítica o está en desacuerdo con algo de lo expuesto, le invito a dejarme un comentario y decirme lo que piensa al respecto :)

¡Saludos a todos!

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